RESISTENCIA FAMILIAR.
El sistema familiar está compuesto por un conjunto de personas que interaccionan de forma dinámica y conforman una unidad en constante intercambio con el medio externo, es decir, un todo que funciona como tal en virtud de la interdependencia de sus partes. Además, el sistema familiar afecta y es afectado por su entorno, con el que debe mantener un estado de equilibrio para sobrevivir. Para responder a los estímulos adversos que provienen del entorno, la familia cuenta con una serie de mecanismos, de distinta naturaleza (valores, conocimientos, experiencias, recursos, etc.), que le hacen más o menos resistente frente a los mismos.
Entendemos la resistencia familiar como a la capacidad de la unidad para soportar el impacto de los agentes estresantes y mantener el funcionamiento familiar. Está íntimamente ligada al afrontamiento familiar y a la capacidad de adaptarse a las situaciones de crisis significativas. Bety Neuman (1972), considera que la familia, como sistema abierto que interacciona con el medio, cuenta con una línea de resistencia que representa una serie de factores que le ayudan a defenderse frente a los agentes estresantes.
La resistencia familiar se relaciona con el conjunto de recursos internos que posee el sistema familiar y aquellos otros externos a los que puede acceder. Entre los primeros se encuentran los valores y creencias favorecedores de la salud, las competencias (conocimientos, habilidades y experiencias) relacionadas con la resolución de problemas, los recursos humanos y materiales propios. Entre los segundos se encuentran las redes sociales y los apoyos a las que puede acceder la familia para obtener información, asesoramiento, ayuda, asistencia profesional, etc.
Valoración la Resistencia familiar
Para estudiar la resistencia familiar se deben analizar los principios vitales familiares y los recursos de que dispone la familia o aquellos que puede conseguir.
El estudio de los principios vitales familiares. Consideramos que hacen referencia a los valores y creencias, considerados verdaderos por la familia, que explican en gran medida sus pensamientos, conductas y costumbres. Se deben valorar estos aspecto, haciendo especial mención a aquellos relacionadas con la salud, la enfermedad, los cuidados y la asistencia sanitaria. Se determinará en qué medida estos valores y creencias pueden favorecer la adopción de conductas de riesgo o conductas saludables por parte de los miembros.
El estudio de los recursos familiares se realiza valorando los siguientes aspectos:
Competencias familiares. Engloba los conocimientos, las habilidades, y las actitudes existentes en la familia y que se destinan a la resolución de problemas de salud u otras adversidades que puedan afectar a la unidad familiar. También es necesario determinar si la familia ha tenido experiencias generacionales, en la resolución de problemas relacionados con la salud (enfermedades, hospitalizaciones, pérdidas) o de otro tipo (desempleo, accidentes, traslados, etc.) que pueden resultarles útiles para resolver situaciones similares a las que se pueda enfrentar.
Recursos propios, bien sean humanos o de tipo material (económicos, hogar, vivienda) para hacer frente a la existencia de problemas de salud u otras adversidades. En este apartado resulta de interés seguir valorar el estado de la vivienda, no ya en términos de mantenimiento sino en relación a instalaciones, equipamiento, estructura, barreras arquitectónicas, etc., en la medida en que esta puede ser un buen recurso para la salud de la familia o en caso contrario puede alterar el bienestar familiar y el desarrollo de sus miembros.
Los recursos sociales a su alcance (profesionales, servicios sociales, asistenciales), conocimiento de los mismos, confianza en estos recursos, motivación para utilizarlos y la posibilidad de acceder a los mismos que tienen los miembros de la unidad familiar.