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Hacer los problemas

estudiando

Afrontar la resolución de un problema no es una tarea especialmente agradable. Sobre todo si tenemos en cuenta que lo más probable es que, tras su lectura, comprobemos que no sabemos exactamente qué hacer con él.

Muchas personas "sienten" que cuando uno tiene que enfrentarse a un problema debe saber solucionarlo. Y eso no es correcto. El objetivo es solucionarlo, pero para ello debe enfrentarse inicialmente a su desconocimiento. Hay personas que se angustian terriblemente cuando comprueban que no saben cómo solucionar un problema. Pueden llegar a angustiarse tanto, que comiencen a desplegar estrategias diferentes a "hacer" los problemas: suponer que saben hacer un problema porque lo han comprendido tras la explicación del profesor, porque mirándolo en su casa van viendo los pasos que se han ido dando, porque un compañero suyo se lo ha explicado,...

La cuestión está en si esas estrategias son adecuadas o no. Para saber si es así, intenta hacerlo sin mirar el problema y a ver qué ocurre.

No hay más estrategia de aprendizaje para solucionar problemas que la que implica sentarse delante del encabezado del problema y, con una hoja en blanco, intentar dar soluciones. Es decir: ¡hacerlo!

Vamos a hacer una descripción operativa de este término.

Leer

Aunque parezca evidente, esta es la primera tarea a realizar y tiene como objetivo averiguar qué cosas sabemos y qué cosas no sabemos. Esto es fundamental ya que nos dará las claves para enfrentar el paso siguiente.

Otro asunto relacionado con la lectura y que es de vital importancia es leer lo que realmente pone el problema. Muchas veces hacemos una lectura que nos da una idea inicial y ya partimos de esos supuestos y, ocurre con frecuencia, que esa primera lectura no es tan veraz como nosotros creíamos y estamos entendiendo cosas que realmente no se dicen en el problema. Esto sólo puede solucionarse leyendo detenidamente y comprobando (en más de una ocasión) que el problema dice lo que realmente dice.

Buscar información

Una vez que hemos averiguado aquello que sabemos regular y lo que no sabemos, es el momento de buscar esta información allá donde suponemos la podemos encontrar. A veces esa búsqueda puede incluir la revisión de una parte de teoría (que puede que nos remita a otra más básica), de una serie de ejercicios (que también pueden remitirnos a otros que no sabíamos que había que manejar).... Como puede observarse se trata de una búsqueda activa en la que el objetivo es controlar la información necesaria que nos permita intentar abordar la solución del problema (pensando, claro).

Es muy importante tener presente en este momento que, por mucho que pensemos, no podremos saber lo que no sabemos, y que la búsqueda de información no consiste en mirar problemas similares y ver qué cosas han aplicado.

Pensar. Formulación de hipótesis

Todas las actividades previas van encaminadas a constituirse como el armazón que nos permita hacer lo que debemos: PENSAR. ¿Qué entendemos por pensar? No es ni más ni menos que el manejo de la información de la que disponemos para, estableciendo todas las relaciones que se nos ocurran, ofrecer alternativas a la situación problemática sobre la que estamos trabajando: formular hipótesis.

Comprobación de hipotésis

Una vez formuladas las hipótesis, hay que comprobar fehacientemente cada una de ellas. Exige que escribamos. Que usemos papel y lápiz. Que vayamos equivocándonos y probando nuevas estrategias a través de nuevas hipótesis. No se trata de pensar y suponer. Se trata de pensar y comprobar.

Es importante tener en cuenta que los 4 pasos aquí descritos no suponen un proceso lineal sino que consiste en un proceso de ida y vuelta constante en el que vamos avanzado poco a poco. Por ejemplo, en la comprobación de hipótesis es posible que nos surjan nuevas dudas que deberemos consultar, por lo que si es necesario volveremos a revisar la teoría y los problemas correspondientes de cara a tener elementos que nos ayuden en nuestro avance. No des por sentado que ya has visto todo ello para no consultarlo: las cosas se ven con otros ojos a medida que vamos teniendo más información sobre los temas y una frase puede tener un significado diferente cuando se lee después de haber avanzado.

Por último, señalar que este proceso exige resistencia a la frustración ya que lo normal es que nos equivoquemos. La equivocación es inherente al proceso de aprendizaje.