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LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1930)

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El 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, se pronunció contra la legalidad constitucional, declaró el estado de guerra y exigió que el poder pasase a manos de los militares. Alfonso XIII le encomendó la formación de un nuevo gobierno integrado por militares.

La dictadura se mantuvo durante siete años, conociendo dos periodos diferentes: el llamado Directorio militar (1923-1925) y el Directorio Civil (1925-1930), denominados según la procedencia de sus miembros.

La dictadura de Miguel Primo de Rivera estuvo beneficiada por una coyuntura económica mundial favorable, pero, justo cuando comienza la recesión mundial de los años treinta, fracasado su plan de institucionalización, y con la oposición de la vieja clase política y de los intelectuales, y reiniciada la conflictividad social, el dictador se ve obligado a dimitir el 30 de enero de 1930.

El general BERENGUER era el más liberal de los tres candidatos que Primo de Rivera le había presentado al Rey para sucederle, y a pesar de que fueron muy bien recibidas sus medidas liberalizadoras por la opinión pública, desde un primer momento fue posible detectar graves deficiencias en su gobierno. Este periodo se conoce como la dictablanda.

En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián, que supuso una alianza entre el republicanismo nuevo y el viejo, así como el inicio de un Gobierno Provisional republicano, presidido por ALCALÁ ZAMORA, que celebraba sus reuniones en el Ateneo de Madrid, y que contó con el apoyo de la totalidad de los intelectuales y buena parte del Ejército.

En diciembre de 1930 se produjo el intento de sublevación de Jaca, al frente del cual estaban GALÁN y GARCÍA HERNÁNDEZ, que fracasaron. Pero lo que había sido una derrota jugó un papel decisivo en el colapso del régimen. El fusilamiento de los dirigentes de la sublevación de Jaca proporcionó al republicanismo unos héroes.

Ante el anuncio de elecciones generales hubo una oleada de declaraciones abstencionistas desde finales de enero de 1931 que precipitaron la crisis ante la manifiesta incapacidad de Berenguer para hallar una solución.

Ante esta crisis política de difícil solución, el ALMIRANTE AZNAR formó un Gobierno de concentración monárquica con la colaboración de algunos regionalistas y convocó elecciones municipales. Se celebraron el 12 de abril y la jornada electoral fue concebida por los republicanos como un plebiscito a favor o en contra de la Monarquía. Las capitales de provincia proporcionaron una clara victoria a la izquierda. El sistema caciquil se había colapsado y por primera vez en España el Gobierno era derrotado en unas elecciones.

El Rey, ante el desarrollo de los acontecimientos, abandonó el país y suspendió el ejercicio de la potestad real.

Lectura recomendada: El error Berenguer