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Las hablas extremeñas

Nuevamente resulta imprescindible para entender rectamente el estado dialectal de Extremadura atender al factor histórico, en concreto, a su Reconquista y repoblación.

Si bien durante un largo período el Tajo se erigió como frontera natural, sería la Ruta de la Plata la que definitivamente dividiría Extremadura en dos mitades, la Extremadura leonesa y la Extremadura castellana. La Reconquista, orientada de norte a sur, fue llevada a cabo de forma paralela entre castellanos y leoneses, aunque serían los segundos los que ejercieran un mayor protagonismo, principalmente en el norte, en la Transierra, y especialmente en su lado más occidental, aunque también en el sur. Ésta duró poco más de un siglo (del 21 tercio del siglo XII al 21 tercio del siglo XIII).

En cuanto a la repoblación de sus tierras, y más concretamente en cuanto al origen de sus repobladores, factor determinante en la constitución de las hablas extremeñas, el desconocimiento detallado de la situación ha atribuido, en líneas generales, un mayor protagonismo del elemento castellano, a costa del elemento leonés. El hecho de que en 1230, tras la reunificación de Castilla y León, la reconquista y repoblación de Extremadura no obedeciera ya a repartos geográficos fijos entre los dos antiguos reinos posibilitó la mezcla de repobladores. A lo que tendríamos que añadir la presencia de otro componente, el que corresponde a las minorías étnicas: los mudéjares, los moriscos expulsados y los judíos.

Sin embargo, la configuración lingüística de la actual Extremadura no depende sólo de este proceso repoblador, la hegemonía establecida por Castilla en toda la zona -y la consiguiente castellanización del dialecto asturleonés- así como posteriores oleadas de habitantes procedentes de otras zonas peninsulares -Galicia, Portugal, Andalucía, etc.-, contribuirán igualmente a su formación.

Ello le ha conferido desde el punto de vista lingüístico una gran diversidad de soluciones que imposibilitan hablar de extremeño como un dialecto unitario; difícilmente podrá encontrarse algún rasgo que sea compartido por la totalidad de los hablantes extremeños, así como tampoco ninguno dialectalmente exclusivo.

Así pues, dentro de lo que consideramos el mapa lingüístico de Extremadura, se pueden distinguir al menos 4 zonas distintas , a saber:

Zona septentrional

Aparece comprendida por dos núcleos importantes, Coria y Plasencia, de donde emergen dos modalidades lingüísticas bien diferenciadas. La primera de ellas ocupa el cuadrante noroeste de la provincia cacereña, es decir, la también denominada Transierra leonesa. En ella convergen las hablas de la sierra de Gata, las Hurdes, el antiguo distrito de Granadilla y Coria así como sus aledaños. Y aparece marcada por un fuerte sabor leonés. En cuanto a la segunda, el área de Plasencia, comprende el cuadrante del noreste cacereño, abarcando las comarcas de La Vera, Tiétar, Jerte, colonizadas por gentes de Burgos, Ávila y León, y la comarca del Campo Arañuelo, colonizada más tardíamente por gentes castellanas. Lo que implica una uniformidad lingüística castellana rota por diversas cuñas nuevamente de marcado acento leonés.

Zona Central

Abarca una amplia área que se extiende desde la izquierda del Tajo hasta la franja meridional pacense. Su colonización fue difícil y lenta debido a la aridez del terreno, y su repoblación se llevó a cabo por castellanos y leoneses de forma conjunta por lo que los rasgos lingüísticos de unos y otros aparecen fundidos, lo que no impide que surjan puntos donde los caracteres leoneses son más apreciables frente a otros en los que impera un puro castellano.

Zona Meridional

Está constituida por la línea montañosa que separa Extremadura de Andalucía; zona geográfica conocida como Alas estribaciones de Sierra Morena. Su historia aparece ligada a la del noroeste andaluz (norte de Sevilla, Huelva y Córdoba) así como su modalidad lingüística, en la que alternan formas portuguesas, leonesas y castellanas.

Límite oriental de Extremadura con La Mancha

Al igual que en el caso anterior, también el límite oriental ha sido fluctuante. De hecho, pueblos que actualmente pertenecen a Extremadura han pertenecido anteriormente, en el siglo pasado, a Castilla-La Mancha, de ahí la intensa castellanización de esta zona, muy próxima, desde el punto de vista lingüístico, al habla toledana.

En definitiva, todos los particularismos lingüísticos expuestos hasta aquí quedan reflejados en el habla extremeña por medio de ciertos rasgos diferenciadores con respecto al castellano común, los cuales podríamos resumir de la siguiente manera:

En cuanto al vocalismo, quizá una tensión articulatoria mayor en las vocales tónicas, lo que provoca un cierto alargamiento en su duración; una mayor relajación de las átonas; así como un tratamiento diferenciado según las zonas con respecto a la vocal final (en puntos cercanos a Andalucía, las vocales /a/, /e/, /o/ se cierran en el singular y se abren en el plural al producirse la pérdida o aspiración de la [-s]; en el noroeste y centro de Cáceres las vocales finales /o/ y /e/ se cierran respectivamente en /u/ e /i/ por influjo leonés).

En cuanto al consonantismo, la distinción entre [b] y [b] en Serradilla, Cáceres; la conservación de las antiguas consonantes sonoras también en varias localidades cacereñas (Malpartida de Plasencia, Serradilla, Madroñera, Garrovillas, etc.); la presencia de seseo en la zona fronteriza con Portugal, así como en el islote lingüístico de Fuente del Maestre; la presencia de ceceo en Malpartida de Plasencia; la distinción entre /l/ y /y/ en algunos puntos concretos, por ejemplo Madroñera, frente al yeísmo generalizado; neutralización de /l/ y /r/ en posición implosiva, etc.

Con respecto a la entonación, hay que destacar un tono medio de voz más elevado que en castellano.

En el plano morfosintáctico, cuestiones que afectan al género y al número de los nombres; el empleo de artículo con el posesivo; el uso partitivo del antiguo genitivo latino; la frecuencia de infinitivos en -ear; la presencia de formas fuertes para la tercera persona del plural del pretérito indefinido; el uso del sufijo -ino, -ina como forma de diminutivo; algunos casos de leísmo y laísmo; así como la presencia de determinados valores específicos de algunos verbos.

En el plano léxico, la presencia fundamentalmente de leonesismos, además de otros términos de procedencia gallego-portuguesa, occidentalismos, andalucismos, arcaísmos, arabismos, etc.

Como podemos observar, en líneas generales son rasgos comunes con otras zonas lingüísticas, sin embargo es la conjunción de todas ellas la que configura la peculiaridad lingüística de estas hablas.