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La frontera hispano-portuguesa. Las hablas fronterizas

Si seguimos nuestro recorrido hacia el sur, por la frontera hispano-portuguesa, encontramos una serie de casos que confirman que la frontera política no es una línea rígida y monolítica; en general, ninguna frontera lo es. Al contrario, por más empeño que hayan puesto los políticos en ello, las fronteras, a lo largo de la historia, no han estado delimitadas por una serie de puntos físicos, sino por la atracción económica y militar que las ciudades fuertes o castillos ejercían sobre un territorio. La idea moderna de frontera va apareciendo tímidamente después del siglo XVII, y sólo a partir de la segunda guerra mundial se consolida: es la frontera la línea que delimita el espacio que defiende un pueblo en su totalidad bajo una unidad política. Es decir, las fronteras son en un primer momento creaciones humanas a las que rápidamente se les añade un significado geográfico. Sin embargo, éstas suelen ser muy a menudo fronteras artificiales que no coinciden con las fronteras reales, en este caso lingüísticas.

Si las características a ambos lados de la frontera al principio son diferentes, el contacto de las dos individualidades perfilará después la personalidad de la misma y ella, la frontera, será el reflejo de la relación constante de ambas comunidades humanas. Son numerosas las relaciones sociales que las fronteras permiten: históricas, económicas, etnográficas, y en efecto las que ahora más nos interesan las lingüísticas (bilingüismo, dialectos mixtos), etc.

En lo que se refiere a la situación lingüística alrededor de la raya, podemos mencionar, además de las interferencias esporádicas entre español y portugués, la presencia de determinadas hablas o dialectos fronterizos agrupados de la siguiente manera:

  1. hablas que presentan rasgos leoneses, con diferentes características, en territorio portugués: el habla de Riodonor, cuya frontera política (Zamora-Braganza) divide la aldea; el habla de Guadramil, en el distrito de Braganza (Portugal), el mirandés, hablado en la Terra de Miranda (Portugal) y el Sendinés (hablado en Sendim, en el extremo meridional del dominio lingüístico mirandés).
  1. hablas que presentan rasgos de dialectos portugueses, con diferentes variedades, en territorio español: el habla de Ermisende (Zamora), el habla de Alamedilla (Salamanca), el habla de Herrera de Alcántara, Cedillo y la franja fronteriza de Valencia de Alcántara y La Cordosera (Cáceres) y Olivenza (Badajoz).
  1. hablas que presentan rasgos del gallego-portugués y asturleonés en territorio español, en el Valle del río Jálama: Eljas, Valverde del Fresno y San Martín de Trevejo: A Fala (Valverdeiru, lagarteiru y mañegu).
  1. habla de transición luso-española hablada en territorio portugués, en Barrancos (Beja): el barranqueño.

De todas ellas hay tres que dada su proyección lingüística merecen una especial atención; éstas son las denominadas: mirandés, a fala y barranqueño. Nos detendremos, si bien mínimamente, en cada una de ellas.

El Mirandés

En la denominada provincia de Tras-os-Montes, situada en el ángulo nordeste de Portugal, entre el río Duero y las tierras españolas de las provincias de Orense y de Zamora, existen, tal y como ya hemos mencionado, algunos dialectos estructuralmente próximos al dialecto asturleonés, que en virtud de los diferentes grados de interferencia que presentan se pueden dividir en dos grandes grupos: por un lado, los correspondientes al rincón nordeste de la provincia, especialmente el de Rio de Onor y Guadramil, además de los de Pestiqueira y Deilao; por otro, los correspondientes a la zona más oriental, el hablado en la Terra de Miranda, el mirandés, y el hablado en la población de Sedim, el sendinés. De todos ellos, es el mirandés el más marcadamente leonés. Ya en 1882, L. de Vasconcelos anunciaba la filiación entre ambos, si bien fue M. Pidal quien en 1906 estableciera de forma definitiva el origen leonés de este dialecto.

Es evidente que este vínculo se debe nuevamente a determinadas circunstancias históricas. Según Menéndez Pidal, la cuestión estriba en razones históricas muy antiguas, anteriores a la constitución del reino de Portugal en el siglo XII. Precisamente en el hecho de que Terra de Miranda perteneciera en época romana al convento jurídico de Asturica Augusta y no al de Bracara Augusta. A lo que habría que añadir el que la iglesia de Bragança perteneciera en la Edad Media a la diócesis de Astorga. Si bien para J. G. Herculano de Carvalho, este vínculo se establece en fechas posteriores; en la intensa colonización leonesa que desde el siglo XIII y hasta el siglo XV sufriera Terra de Miranda.

La delimitación geográfico-lingüística del mirandés, establecida por A. Mª Mourinho en la década de los cincuenta, abarcaba en aquel entonces una extensión de 300 km2, alcanzando a un número más o menos aproximado de quince mil habitantes. En la actualidad, dado el prestigio sociocultural mantenido por el portugués en la zona, el número de hablantes que utilizan la lengua autóctona ha disminuido considerablemente, siendo además utilizado generalmente en situaciones de interacción cotidiana informal, si bien la implantación de su aprendizaje en las escuelas así como la elaboración de una propuesta sobre la convención ortográfica del mismo anuncia un cambio de actitud.

Dentro de la unidad que presenta, se pueden distinguir -siguiendo la fragmentación establecida por L. de Vasconcelos- tres variedades bien diferenciadas: el subdialecto normal o central, que corresponde a la mayor parte del territorio lingüístico, denominado por los hablantes propiamente mirandês; el subdialecto fronterizo o septentrional, utilizado en la zona de la raya seca y denominado popularmente la fala atravessada; y el sendinés, el hablado en Sendim.

Este vínculo lingüístico queda reflejado en determinados fenómenos cuyas soluciones se apartan del portugués para acercarse al asturleonés, y en su caso también al castellano. Entre ellos, y a grandes rasgos: soluciones diptongadas en el tratamiento de /e/ y /o/ tónicas latinas -[ie], [ie], [ia] e incluso [io], con excepción del sendinés que resuelve generalmente en [i]-, -[uo], [ua], aunque también [o] y [u]-; la no diptongación de /o/ seguida de nasal; la conservación de los diptongos decrecientes /ei/ y /ou/; la palatalización de l- (no se produce por el contrario la de n-), con excepción del sendinés; la conservación de -l- y -n-; la palatalización de -ll- y -nn-, etc.

A Fala

El establecimiento de la frontera entre Portugal y España tanto desde el punto de vista político como lingüístico ha sido siempre, como ya hemos visto, una cuestión compleja. Quizá uno de los casos más evidente sea el de la ciudad pacense de Olivenza, en unos momentos de su historia población española, en otros momentos población portuguesa. Esta situación limítrofe conlleva el intercambio de rasgos entre distintas variedades lingüísticas, favoreciendo una situación de bilingüismo que termina confiriendo a las hablas de estos pueblos unas características muy particulares.

En lo que corresponde a la frontera lusoextremeña, y de norte a sur, encontramos varios núcleos de población en esta situación. En primer lugar, el situado en la Sierra de Jálama, donde se habla una variedad lingüística de fuerte influencia galaicoportuguesa y asturleonesa, denominada A Fala. En segundo lugar, el núcleo formado por Herrera de Alcántara, Cedillo y la franja fronteriza de Valencia de Alcántara y La Cordosera (Cáceres) de marcada impronta portuguesa. Y un poco más abajo, ya en Badajoz, la ya referida ciudad de Olivenza, coincidente con el Alentejo portugués.

Si nos detenemos mínimamente en el primero de ellos, por su interés dialectal, veremos que las hablas denominadas a fala, situadas en el Noroeste de la provincia de Cáceres, en los municipios de Valverde del Fresno, Eljas y San Martín de Trevejo, en la comarca de la Sierra de Gata, territorio de la Comunidad Autónoma de Extremadura, presentan rasgos del gallego-portugués, asturleonés, arcaísmos lingüísticos medievales y cierta castellanización.

Se tienen escasos testimonios del habla de esta zona referidos al momento de su formación histórica, que tuvo su origen en época medieval, desarrollada en la población asentada en la zona, donde pervivían restos prerromanos, huellas de antiguas colonizaciones y rasgos evolutivos de la lengua incrustados durante la convivencia visigótica y árabe.

Desde el nacimiento de las lenguas peninsulares hasta el Siglo de Oro se ignora que existan fuentes escritas referidas a estas hablas. Tal vez, una de las primeras menciones a las variedades lingüísticas de este enclave se deba a los redactores de las papeletas del Diccionario de Madoz, uno de los primeros intentos de inventariar los bienes culturales de España en época moderna.

Con el nacimiento de la dialectología europea, en el seno de la escuela romanista, este enclave dialectal ha sido punto de referencia obligada de eminentes filólogos como Ramón Menéndez Pidal, Federico de Onís, Leite de Vasconcellos, Fritz Krüger, Otto Fink, Luis Filipe Lindley Cintra y Rafael Lapesa, entre otros. El Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (1962) tiene como punto de investigación a Varverdi del Fresnu o Valverde del Fresno y Ellas o Eljas, dos de las tres poblaciones donde pervive a fala. Igualmente, A. Zamora Vivente, en su manual de Dialectología española (1967), da testimonio de la peculiaridad de la zona. Clarinda de Azevedo Maia ha desarrollado una importante labor investigadora en su obra Os falares fronteiriços (1977). Finalmente, A. Viudas Camarasa ha dado a conocer datos y bibliografía olvidada sobre la comarca en el último Congreso de Estudios Extremeños, en la bibliografía extremeña de la revista Alminar, en la introducción al Diccionario extremeño (1980), en la monografía Un habla de transición: el dialecto de San Martín de Trevejo, en Lletres asturianes, y en El habla de Extremadura (1987); sin olvidar la considerable y valiosa aportación bibliográfica de los últimos quince años a los estudios de la zona.

A Fala es una peculiaridad lingüística singular, conservada en zona de frontera entre dos naciones que tienen el idioma portugués y el castellano como lengua oficial respectivamente. Sus hablantes han convivido en un ambiente plurilingüe, sin muestras escritas conocidas del dialecto hasta principios del siglo XX, con todos los comportamientos sociolingüísticos que este hecho conlleva. En ella quedan englobadas las modalidades lingüísticas relativas a los tres municipios anteriormente mencionados (Valverde del Fresno, Eljas y San Martín de Trevejo), que reciben respectivamente las designaciones en el habla local de Valverdeiru, lagarteiru y mañegu.

Mantenida, así pues, en una situación de diglosia durante varios siglos, a partir del reconocimiento constitucional de las modalidades lingüísticas, sus hablantes han iniciado un proceso de bilingüismo de pleno desarrollo que afronta los problemas de normalización lingüística y uso literario, propio de un habla que pasa de ser exclusivamente un vehículo oral de comunicación doméstica y familiar a manifestarse por medio de la escritura y la presencia en los multimedia, de ser un habla desconocida en un rincón aislado a poder estar presente con voz y texto en el amplio mundo de la comunicación.

El barranqueño

Barrancos, población portuguesa de unos 2000 habitantes, pertenece a la provincia de Beja (Portugal). Es el municipio más oriental y el más pequeño de la región del Bajo Alentejo, abarca una superficie de 168 km2 y se introduce en España, unos 11 kms., como una cuña afilada. Se encuentra en una región llamada Margen Izquierda del Guadiana donde confluyen la Sierra de Ossa, en Portugal, con Sierra Morena, en España. El término se presenta en un terreno accidentado, con pocas llanuras y abundantes cerros y limita al norte con el río Ardila -que forma frontera con tierras de Badajoz- Valencia de Mombuey, Oliva de la Frontera y Jerez de los Caballeros; al este con la ribera de Cadaval, el río Múrtiga -que ayudan a formar frontera con Huelva- Encinasola y Aroche; y al oeste con el término de Moura, en Portugal. En ella se habla un «dialecto» portugués de base castellana, el baranqueño.

El origen del dialecto está probablemente relacionado con los asentamientos de súbditos españoles en esos territorios portugueses ya en época medieval, y su continuidad a lo largo de los siglos se debe al permanente contacto mantenido entre la villa barranqueña y las poblaciones españolas vecinas: Encinasola, la más próxima, Higuera la Real y Fregenal, entre otras.

Así pues, la situación geográfica, la historia y el aislamiento de Barrancos han hecho posible la creación de un dialecto fronterizo hablado en contexto plurilingüe, producto del contacto lingüístico prolongado entre habitantes de dos lenguas románicas diferentes: el portugués -variedad alentejana- y el castellano -variedades andaluzas y extremeña.

Al estudio de esta lengua mixta -como prefiere denominarla M. Alvar-, dedicaron parte de sus investigaciones insignes filólogos como J. Leite de Vasconcelos, Zamora Vicente y el propio M. Alvar. En los últimos años tenemos que destacar la labor investigadora realizada por M0 Victoria Navas Sánchez-Élez, quien ha dedicado numerosos artículos a su descripción desde distintas perspectivas.

En lo que se refiere a los rasgos fonéticos, se pueden mencionar algunas características significativas como el cierre de -e en -i, la elisión o aspiración de la sibilante en posición implosiva, la pérdida de la vibrante en posición final, la articulación fricativa de ch [š] o el betacismo. Desde el punto de vista morfológico, interesa destacar el tratamiento del sistema pronominal, la fusión del vosotros / ellos como en andaluz, formas morfológicas por transferencia del español al barranqueño, especialmente partículas, cambios de género, arcaísmos morfológicos, etc; formas, muchas de ellas, ya estigmatizadas por la comunidad lingüística. En cuanto a los fenómenos sintácticos, la colocación del pronombre átono en posición proclítica, frente a la norma portuguesa, o la construcción iragerundio. En el capítulo del léxico, las transformaciones que han sufrido palabras portuguesas por influencia española, las frecuentes importaciones léxicas españolas mantenidas a lo largo del tiempo, entre otras cuestiones.