El romance en al-Andalus. El mozárabe
Como anunciamos anteriormente, tras la invasión musulmana la mayor parte de Hispania quedó convertida en al-Andalus. Los hispanovisigodos, habitantes de las tierras conquistadas, mantuvieron su lengua neolatina (denominada por los árabes aljamía >lengua extranjera=), muy distinta de la lengua de los conquistadores (algarabía, lengua árabe). Esta lengua iberorromance, denominada por algunos mozárabe, por otros romandalusí, y hablada no sólo por los propios mozárabes (los fieles al cristianismo), sino también por muladíes (convertidos al islam) y, en menor medida, por los propios árabes, no fue nunca una lengua uniforme, sino un haz dialectal con diferencias que a veces y no sorprendentemente se corresponden casi simétricamente con las que separaba a los dialectos romances de los estados cristianos que se desarrollaron al norte de la frontera....
Esta variedad lingüística románica hablada en al-Andalus, especialmente hasta finales del siglo XI, estuvo siempre abocada a una situación diglósica, complicada, además, con un bilingüismo asimétrico. Lo que significa que, a excepción de los pobres e incultos que carecían de medios para aprender la lengua dominante, tantos unos como otros usaban indistintamente la lengua románica -el mozárabe- y la lengua semítica -el árabe hispánico-, si bien los cristianos tenían el latín como lengua de cultura, y los musulmanes el árabe clásico.
Sin embargo, posteriores acontecimientos históricos como fueron las invasiones primero de los almorávides, después de los almohades, así como el florecimiento de la cultura árabe añadido al carácter conservador del romance andalusí, harían de él una variedad lingüística empobrecida y arcaica.
A pesar de ello, el mozárabe no llegó a desaparecer; el Arápido avance de la Reconquista por las tierras de al-Andalus permitió que nuevamente se reencontrara con sus antiguos hermanos lingüísticos -los nuevos romances ya evolucionados- marcando en ellos su impronta.
Menéndez Pidal, en los Orígenes del español, divide en tres períodos la pervivencia de la lengua romance en al-Andalus:
- Primer período: del 711 al 932 (fecha de sumisión de Toledo al poder califal).
- Es un período de rebeldía, de heroísmo y de martirio. De máxima exaltación nacional de los mozárabes. Entre el pueblo dominaba todavía le lengua romance.
- Segundo período: de 932 a 1099 (fecha de la primera persecución conocida contra los mozárabes).
- Período de postramiento. El espíritu nacional cristiano se apaga, floreciendo la cultura musulmana española, sobre todo en el reino de Sevilla. Sin embargo, la lengua hablada era romance, aun en Córdoba, donde el poder de atracción de la lengua oficial árabe debía ser mayor. Los mozárabes cultos seguían siendo bilingües, y entre los musulmanes también se seguían usando las dos lenguas. Poco antes de que la ciudad de Toledo cayese en poder de Alfonso VI, ésta tenía una gran actividad literaria, bien en latín, bien en romance.
- Tercer período: de 1099 a 1492 (fin de la reconquista).
- Período de emigración y gran mengua del elemento mozárabe. En esta época el romance mozárabe conserva todavía considerable vigencia social y aun literaria: Testimonio de los botánicos (entre ellos, el anónimo sevillano (finales del XI y principios del XII), Aben Buclárix (Zaragoza), Aben Albeitar (Málaga)); el cancionero de zéjeles de Ibn Quzman (muere en 1160); las jarchas; las muwaššahas hebreas de Hudá Ha-Leví (1075-1161),etc. En el reino de Granada sus habitantes utilizaban un lengua mixta de árabe mezclado de abundantísimos términos mozárabes (según el testimonio de Fr. Pedro de Alcalá).
En efecto, lo que conocemos de esta variedad lingüística nos ha llegado fundamentalmente a través de varios tipos de fuentes:
- Fuentes orales: elementos transmitidos oralmente por hablantes mozárabes a los romances hispánicos septentrionales dejando constancia en la evolución de los mismos.
- Fuentes escritas de diversa índole: a) elementos transmitidos en grafía latina, procedentes principalmente de datos topo-antroponímicos contenidos en los Repartimientos y fuentes similares. b) elementos transmitidos en grafía árabe (u, ocasionalmente, hebrea): testimonios de los botánicos, médicos y farmacólogos andalusíes; glosarios latino-árabes o hispano-árabes; el cancionero de zéjeles de Ibn Quzman; así como las jarchas y las muwaššahas hebreas de Hudá Ha-Leví.
Entre sus principales rasgos lingüísticos podríamos citar, entre otros, y de forma generalizada: la diptongación de , tónicas latinas -incluso ante yod o elemento palatal, la conservación de diptongos decrecientes /ai/, /au/, soluciones diferenciadas en el vocalismo final (timbre cerrado de la vocal velar), la conservación de F- inicial, la posible indistinción entre b y v, la conservación de j, ge, i iniciales en forma de y, la conservación de pl-, kl-, fl-, la palatalización de -nn-, ny, ly y k´l , la conservación de by y dy, la evolución de -ll- > l.l, la posible o no palatalización de l-, la posible sonorización o conservación de las sordas intervocálicas, el carácter ápicoalveolar de /s/, los resultados conservadores de grupos latinos intervocálicos -ks-, -kt-, ult-, -mb-, -nd-, -tr-, -dr-, la asimilación en f o s de -nf-, -rs-, -ns-, la conservación de grupos romances intervocálicos -m=n-, m=r- -b=t-, -m=t-, -t=l-, los plurales femeninos en -es, rasgos conservadores en el tratamiento del sistema pronominal y verbal, cuestiones relativas a la actualización y el tratamiento del artículo en la lengua arábiga, los posibles influjos árabes en la estructura sintáctica, así como cuestiones léxicas -arcaísmos, arabismos, entre otras más difíciles de sistematizar fruto de la situación sociolingüística de los hablantes-.
Así pues, como hemos podido comprobar, la presencia de algunos rasgos nos permiten constatar cómo estos dialectos románicos hablados por los mozárabes aparecen como puente que unía por el Sur, desde la España islámica, los romances orientales y occidentales de la España cristiana, manteniendo la continuidad geográfica de un haz de caracteres fonológicos comunes, heredados del primitivo romance que apuntaba al final de la época visigoda.