La economía durante el bajo Imperio: la salida de la crisis
La situación de anarquía, la existencia de un modelo de producción agrario que había alcanzado su techo, unido a las fuertes necesidades de las arcas del estado provocó una crisis financiera agravada por medidas como las reformas monetales y la devaluación de los distintos ponderales. Tras la victoria militar de Dicleciano y el fin de la lucha por la purpura imperial, este mundo tuvo que reorganizarse y adaptar principalmente el sistema económico a las nuevas necesidades.
En esta nueva etapa se observan nuevos fenómenos que afectan al desarrollo económico:
Por un lado la nueva realidad social donde el ser ciudadano romano no es un privilegio, amén del fuerte centralismo de los emperadores que provocará la desmotivación del ordo decurional dentro del municipio.
Las necesidades de ingresos hará que el estado creé nuevos impuestos, en especial la iugatio/capitatio, un impuesto municipal que contaba el territorio/habitante y que debía ser garantizado por las élites cada vez menos interesadas en labores evergéticas (aquí insertamos la reforma del curator civitatis y el defensor civitatis).
La población se verá ahogada por la presión fiscal derivada de la propiedad de la tierra y decidirá aceptar nuevas soluciones entregando las tierras los latifundistas y trabajando en régimen de colonato.
Así el mundo urbano fue reajustándose dejando paso a una realidad más agraria.
La importancia del mundo oriental en el comercio afectará de forma directa a la región occidental, que fue poco a poco desplazada de las rutas comerciales. Esta situación se agravó cuando las oligarquías locales, cada vez menos interesadas en el mundo urbano, reinvirtieron sus beneficios en sus propiedades agrarias, y cuando uno de los principales productos de occidente, los metales preciosos, dejó de llegar a Roma.
El resultado de esta reorganización económica fue la decadencia de determinados centros urbanos donde la tradicional aristocracia absentista y rentista, que era motor de la economía no agraria, se retiró a sus posesiones llevando consigo a una buena parte del pequeño y mediano propietario. Éste, se puso en sus manos para eludir la presión fiscal, aumentando las posesiones de los latifundistas y entrando en una relación de dependencia con ellos. Así, se fueron sentando las bases de un nuevo orden, donde estas élites se encumbraban a unas pirámides no ya urbanas sino locales y ajenas al imperio generando otro ámbito de poder.